Por: Claudio Thimeos / Columna
Crecí con un gran número de historias al igual que muchos ancuditanos de mi generación (tengo actualmente 35 años), historias de mis padres, tíos, abuelos ,etc, que contaban la grandeza de nuestra ciudad, su entorno y sus paisajes, su monumental catedral, el puerto libre, el variado comercio, el turismo, el Barrio La Arena, lo lindo y pujante que Ancud era en la época que mis padres eran adolescentes , época de básquetbol, fiestas en familia en el cuerpo de bomberos, los taxis Mercedes Benz, juntas con amigos en la fuente de soda Ortloff , etc historias que contaban lo magnifico y genial que era vivir en los años 60s en una ciudad llamada Ancud, perteneciente a la isla de Chiloé.
Todas estas historias de Ancud y sus “glorias pasadas” se han visto también plasmadas en reportajes de televisión local, radios, prensa, entre otros medios, en donde reviven lo lindo, hermoso y pujante que fue Ancud en el pasado, Pero… ¿Sirve vivir de tanta nostalgia?
En mi opinión personal, creo que es bueno recordar Ancud como era antes y sentirse orgulloso de eso, pero si la ciudad fue sinónimo de estabilidad y progreso eso se logro en base a que existieron visionarios que quisieron hacer de Ancud un lugar mejor, principalmente trabajar por la comuna, pensar en dejarle algo con sólidas bases a las siguientes generaciones, formar negocios, cooperativas (como Chilolac por ejemplo), fuentes de trabajo en diferentes locales comerciales, el sector ganadero y agropecuario, sector acuícola con criaderos de univalvos, aceptar inversión privada y en general tener un ambiente positivista para el desarrollo económico local.
También se debe aprender de lo malo, como por ejemplo: de las malas políticas públicas en muchos sectores productivos y que han afectado a Chiloé, pésimas leyes de pesca, poca regulación medioambiental a salmoneras, pocos recursos para la conservación de bosques nativos, nula regulación de humedales, pocas campañas de educación medioambiental, etc, cosas que se deben revertir y exigir a las autoridades a que coloquen más “ojo” en estos temas.
Finalmente, creo que recordar a Ancud nostálgicamente es bueno, siempre y cuando sea con el objetivo de sacar ejemplos del pasado de cómo en alguna época la ciudad llegó a ser la gran y pujante comuna que nuestros padres recuerdan, y eso creo que se basa en tener más unión entre sus habitantes, llegar a más consensos, no ser negativistas ante posibles proyectos que se instalen en la zona, apoyar la inversión privada y así poder proyectar a Ancud hacia el futuro, hacia las nuevas generaciones, tal como lo hicieron nuestros antepasados; que la nostalgia nos de los ejemplos para construir las bases sólidas para un futuro mejor.