“Una estrella nace a partir del colapso gravitacional de una nube de gas y polvo en el espacio interestelar”. Esa es, según la ciencia, la definición del nacimiento de esas luminarias que solemos ver cada noche, durante un atardecer o bien en el mismo amanecer, siempre y cuando las nubes no se interpongan en medio.
A diferencia de los procesos astronómicos que dan lugar a los diversos cuerpos de nuestro vasto universo, cada vez que un artista se abre paso entre las entrañas de sus sueños, muchas veces el colapso gravitacional no decanta al éxito seguro.
Sucede también que no todas las miradas son capaces de apreciar un diamante en bruto. La fe es eso, invertir esperando solo tener satisfacción genuina por los logros, propios o ajenos, obtenidos.
Pongamos aquí un nombre y un apellido: Ignacio Ruíz. De Chiloé para todo Chile. De Ancud para el mundo entero. Así como la pandemia del 2020 nos hizo descubrirnos un poco más, a Ignacio Ruíz le sirvió para para pasarse a un carril distinto pero parecido al que había escogido como ruta. Descubrió su verdadera pasión en Santiago.
Se fue para producir música y cuando le tocó volver, a la música ya no la producía, más bien la componía.
“Me vine a estudiar producción musical, estuve dos años en esto hasta que llegó la pandemia y descubrí que no quería ser productor, quería cantar por lo que empecé a componer canciones. Estaba viendo en la escena santiaguina que había gente tratando de ser artista y yo quise ser lo mismo”, describe el talento joven.
En la vertiginosidad de la vida, acelerada muchas veces respecto de nuestros tiempos, tomar una decisión en ese trajín puede ser todo un azar. Salir bien o mal pero cuando la existencia nos pide resiliencia, nuestra capacidad de adaptación es la que cuenta.
“Fue un cambio paulatino, la pandemia fue difícil para todos. En cierto momento me sentí muy depresivo, hice un EP que me grabé yo mismo y lo subí a YouTube. Luego de ese EP con mi productor actual, que también es mi amigo desde que entré en la universidad, con él empezamos a hablar de comenzar a trabajar más formalmente y ahí fue como que ´ahhh, quizá este es mi camino´, advierte Ruíz.
“También conocí a un filmaker, que se llama Serpiente, que también en ese tiempo quiso ayudarme. Entonces, a raíz de ese EP, fue como que hubo un cambio, ahí me di cuenta y me abrí más a la posibilidad de ser artista”, detalla el músico autor de un reciente y exitoso segundo himno para Chiloé.
Son tiempos distintos, de una apertura artística donde caben nuevos talentos. Ya no todo se circunscribe a Santiago y sus periferias. La industria mira a todos los puntos cardinales, y descubre en cada uno de ellos, un nuevo talento por pulir.
“Siento que los chilotes ahora tenemos más posibilidades, pienso en mis padres que quizás en su tiempo a lo que se aspiraba era a tener un trabajo y hacer una familia y nada más. Ahora siento que todos tenemos muchas más posibilidades y esas posibilidades se encuentran saliendo de la isla, entonces el nuevo Chiloé es para esta nueva generación que tiene que salir de la isla porque no hay universidades en allí aun”, sostiene.
La cocina de los hits, o éxitos para algún desprevenido, es no un lugar, sino más bien un momento donde el talento, la inspiración y también por qué no, un poco de fortuna, confluyen para darle paso a las creaciones arraigadas, hasta ese momento, en algún boceto mental. Ruíz recalca cuán importante es para si es hacer las cosas como uno las sienta, basta con que se entienda.
“Chiloé lo escribí con X porque ahora mismo la comunicación es mucho más escrita y somos mucho más licenciosos al escribir ciertas palabras. Si bien tengo buena ortografía, escribo las cosas como quiero mientras se entienda…”
Este proyecto ya levantó vuelo, es cosa seria y, según el propio artista ancuditano, pienso volar todavía más alto. Se ha formado un equipo que cada día se muestra más sólido y se afianza a pasos seguro dentro de un, muchas veces, sísmico terreno musical.
Ahora bien, volviendo a su primero éxito, el himno de Chiloé, Ignacio Ruíz nos comparte más acerca de los pormenores de su creación.
“A la canción la escribí en una tarde, el trabajo de grabación duró tres días y después un cuarto, donde grabó el director a la Pincoya y a don…* Por una cuestión de tiempo tuvieron que grabar después de que la primera parte del video se haya grabado”, describe dando la cuenta de que esta movida ya es una cuestión que fragua a toda la comunidad chilota. Es que claro, Jennifer Galvarini, nuestra Pincoya Sin Glamour, fue parte de dicha grabación, con toda lo que eso significa. La ex finalista de GH arrastra masas por donde aparece.
“De preproducción tuvimos un día antes, para ver las locaciones y pedir los permisos a toda la gente que queríamos que apareciera”, añade el músico.
“Nosotros como equipo llevamos ya un tiempo trabajando, a prueba y error, entonces la canción, desde la composición, fue planeada para que cause algo. También el hecho de meter gente que es conocida, la letra y todo, entonces yo esperaba que llegara a 10k, ahora ya vamos 130k y superó mis expectativas, pero todo fue intencionado”. Un hijo que fue planeado, un nacimiento que se buscó, y el resultado es este. Por encima de las expectativas de cualquier.
En ese entramado de músicas, composiciones y demás, el equipo que nos lleva a la luna es tan importante como el primer pie que se asienta ese suelo. Y, si la cosa pinta bien, animarse a soñar en grande, no tiene nada de malo, al contrario, se percibe como una obligación.
“Tenemos un equipo más grande, estamos planeando un segundo EP que saldrá en unos meses con colaboraciones de gente que ya está más establecida en la industria, hoy mismo – por ayer – tenemos un ensayo donde se va a juntar toda la banda para empezar a preparar shows en vivo ya que ya no quiero tocar nunca más solo y después de este EP planeo sacar otro”, así, con la vehemencia de la juventud y las ganas, transita este momento un inspirado Ruíz que, dicho sea de paso, empieza a estar en boca de todos. Juliano Sosa le dedicó sus buenas impresiones, en El Mercurio hablan de él y su equipo, casi todos talentosos jóvenes de Ancud, son igualmente parte de todo este bom.
“En escena son dos guitarristas, un bajista, dos trombonistas, un tecladista, mi productor, son siete, ocho personas los que van en el escenario”, pero ay más. El joven está apoyado por un detrás de escena igualmente de talentoso e importante.
Se comparten caminos con otros artistas, consagrados y novatos. Todos buscando lo mismo, alcanzar un sueño. Similitudes y diferencias, pero Ignacio Ruíz moverse entre una jungla donde a veces si sobrevive el más talentoso, el que viene de abajo y se descubre en el proceso.
“La diferencia con Pailita, además de que es de mucho más lejos, viene a una industria que ya está como hecha, que es el reggaetón y el reggaetón chileno ya estaba como en su boom. En nuestro caso, es una industria que recién se está creando, aquí en Chile no está muy desarrollado y también tiene otro público. Más en el sur se escuchan corridos y música ranchera, acá quizás en Santiago no tanto entonces estamos descubriendo como hacerlo, que temáticas tocar, no he visto muchos artistas que lo hagan. La intención es también despegarnos un poco de que hace en México porque nosotros somos chilenos”, finalizó.