Por: María Juliana Esteiro
Adriana Camila Ampuero Barrientos, tiene 35 años, es egresada de Derecho y Convencional Constituyente. Su familia se compone de su madre y padre que son la luz de su vida junto a sus 2 hermanos, y de su pareja que admira y ama con la que comparte a Django y Rambo, sus dos queridos perros.
Inició sus estudios en la escuela Luis Uribe Díaz, para terminar la educación media en el Colegio Cahuala Insular, y posteriormente egresó de derecho en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. También se perfeccionó en los idiomas; francés e inglés y cursó en la Escuela Escenaria Arte y Danza para continuar en la Compañía Valparaíso Ballet Acttitude.
En cuanto a su elección de la carrera de Derecho, si bien siempre estuvo ligada a la danza, un profesor de lenguaje observó su potencial para formar parte del equipo de debate del colegio y llegaron a ser puntajes nacionales en competencia, lo que disparó en Adriana un interés por aprender la defensa y la argumentación, que luego la llevó a egresar de derecho con la esperanza de usar esa herramienta para hacer el bien.
Tuvo que abandonar su tierra para sus estudios universitarios, y si bien extrañaba, eligió Valparaíso buscando el mar. Su generación se autodenominó en ese entonces “los exiliados estudiantiles”, buscando vincularse con el territorio y sus problemas, y es por ello que crearon los Colectivos de Chilotes en regiones para visibilizar en el continente las luchas del Archipiélago, lo que cobró importancia en mayo del 2016 con la crisis medio ambiental que provocó las salmoneras.
Adriana es amante de los animales y profunda admiradora de la sabiduría que transmiten los niños, niñas y adolescentes. Es una fiel justiciera desde siempre, accionar es y fue su impulso primario, ella proviene de los movimientos sociales territoriales y también de largos años en la búsqueda de autonomías insulares y la defensa del patrimonio ambiental y cultural. Hoy su único fin es cumplir con su mandato ciudadano responsablemente, siendo consciente de lo complejo que fue como sociedad llegar a este momento histórico y por lo que está enfocada en ello.
Dentro de sus diversas facetas también le gusta la naturaleza, cultura y arte: desde los 5 a los 30 años fue bailarina de ballet clásico y neoclásico, disfruta muchísimo de tomarse tiempo para armar su huerta, tiene una gran debilidad por la costura y confección (algo heredado de su madre) y cuando dispone de tiempo lee, si no es derecho es historia, política y novelas de misterio.
CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL
Su llegada a la Convención Constitucional, empezó con su ingreso a la Asamblea Social de Castro, donde se conformó la comisión jurídica y de Derechos Humanos, donde prestó ayuda gratuita a los jóvenes detenidos en las manifestaciones y que fueron vulnerados en sus derechos. También fue encargada de realizar charlas sobre el proceso constituyente, la constitución del 80, los motivos que generaron el descontento social y el proceso que venía. Esa labor duró un año y se extendió a través de Asambleas y Cabildos por más de 2 años, yendo a todos los lados posibles. Todo eso fue sistematizado y actualmente forma su mandato y carta guía en la convención constitucional.
La campaña que realizó, fue difícil ya que no disponía de experiencia previa y tampoco de respaldos de partidos, pero sí poseía el apoyo de la Red de Organizaciones Territoriales y Asambleas de Chiloé (hoy de la región de Los lagos) y Movimiento Archipiélago Soberano, su orgánica de base.
Ella junto a su pareja, el concejal de Castro, Enrique Soto, se encuentran laboralmente en la arena política, pero se conocieron en pleno estallido social en la comisión jurídica de la Asamblea Social de la capital provincial, sin pretensiones de conseguir cargos de ningún tipo, encontrándose enamorados e iguales en valores y esperanzas. Hoy la vida es mucho más compleja que en aquella época, pero el amor es su vínculo inquebrantable.
ORGANIZACIONES SOCIALES
De manera activa ayudó en la crisis salmonera, estallido de 2016 y en el estallido de 2019. Según ella, aquellas vivencias cambian rotundamente a una persona, despojándola del individualismo y de la vida cotidiana para ocuparla y preocuparla por los demás, por los deseos y luchas colectivas. “Vi la injusticia en primera plana, vi vulneraciones de derechos humanos, familias humildes de pescadores sin su fuente laboral, olvido y centralismo brutal y mi espíritu fue modificado y moldeado por ello. Me conmueve y me mueve la injusticia, pero también la esperanza compartida de un mundo mejor. Quizás soy una soñadora irremediable.” -comenta Ampuero.
Adriana fue también coordinadora de la Comisión de Descentralización, Equidad y Justicia Territorial, destacando la importancia de otorgarle autonomía a los territorios.
“Esa comisión transitoria que tuve el honor de liderar junto a Cristina Dorador, fijó el despliegue de participación territorial descentralizado de la Convención que le aportó una mirada regional importante al nuevo texto constitucional. Además prefiguró la actual comisión de Forma de Estado, de la cual formó parte hoy y que es precisamente la que realizará la propuesta de un Estado Regional con autonomías territoriales políticas, administrativas y financieras que cambian el rostro de la descentralización en Chile” – agrega Adriana, apuntando así a su meta de otorgar poder real a los territorios con un modelo que reivindica la igualdad y justicia territorial.
Según ella, el Estado debería respetar, permitir y promover distintas formas de organizar la vida en común de acuerdo a los valores, costumbres, culturas, territorios de cada comunidad. Ella ve aquella constitución dictatorial del 80 como un modelo rígido y anacrónico que beneficia a unos pocos, buscando uniformar bajo un modelo de estado unitario descartando las autonomías regionales y concentrando el poder a través de un poder legislativo integrado mayoritariamente por élites santiaguinas. “No reconocía la diversidad de la familia y mucho menos la interculturalidad, invisibilizó a las mujeres, los trabajadores, las disidencias sexo genéricas, las personas con discapacidad, entre otros. Lo cierto es que cada territorio y cada grupo humano es diverso, desde sus costumbres, valores, culturas y es un desafío responder a todo ello desde lo político, pero, así como es complicado también es imperativo y urgente.” -comenta Ampuero.
Su meta es responder a los anhelos y preocupaciones de su distrito y del país, avanzar al Chile del siglo XXI donde exista lugar para la ciencia, el cuidado medio ambiental, la equidad de género, la descentralización, la justicia y la dignidad.